Google & Oracle monitorearán hasta por dos años a todos los estadounidenses que reciban la vacuna de Warp Speed contra el Covid-19

La semana pasada, Moncef Slaoui, la cabeza oficial de la Operación Warp Speed, declaró en el Wall Street Journal que todos los vacunados en los EE. UU. serán monitoreados hasta por dos años con “sistemas de rastreo increíblemente precisos” y estarían involucrados los gigantes tecnológicos Google y Oracle.

En una rara entrevista concedida la semana pasada por el “zar de las vacunas” del gobierno de Trump, ofreció un breve vistazo al funcionamiento interno llevado a cabo en la extremadamente confidencial Operación Warp Speed (OWS), que es una “asociación público-privada” cuyo objetivo es proporcionar una vacuna contra el Covid-19 a 300 millones de estadounidenses para el próximo mes de enero. Lo que se reveló la entrevista debería desconcertar a todos los estadounidenses.

En una entrevista con el  Wall Street Journal publicada el pasado viernes, el “capitán “ de la Operación Warp Speed, ejecutivo de trayectoria en Big Pharma, Moncef Slauoi, confirmó que los millones de estadounidenses que recibirán la vacuna del proyecto del Covid-19 serán monitoreados por “…sistemas de rastreo increíblemente precisos” que “asegurarán que cada paciente reciba dos dosis de la misma vacuna y que monitorearán si se presentan efectos de salud adversos”. Slaoui también indicó que los gigantes de la industria tecnológica, Google y Oracle, han sido contratados para ser parte de su “sistema de rastreo” pero no especificó cuáles serán sus roles más allá de ayudar a “recopilar y rastrear datos de la vacuna”.

El día antes que se publicó la entrevista del Wall Street Journal , el New York Times publicó otra entrevista con Slaoui en donde él se refirió a este “ sistema de rastreo” como “un sistema de farmacovigilancia muy activo”. En una entrevista previa a principios de septiembre para la revista Science, Slaoui se había referido a este sistema solo como un “sistema de farmacovigilancia muy activo” que “aseguraría que cuando se suministren las vacunas, se podrá continuar evaluando su seguridad”. Recientemente, Slaoui ha añadido las palabras “rastreo” y “vigilancia” a su descripción del sistema durante sus relativamente inusuales entrevistas con los medios.

Si bien, el mismo Slaoui se quedó corto en las especificaciones respecto a este “sistema de farmacovigilancia”, los pocos documentos de la Operación Warp Speed que se han publicados recientemente muestran algunos detalles de cómo este sistema podría verse, en cuánto tiempo se espera que “rastree” los signos vitales y el paradero de los estadounidenses que recibirán su vacuna.

Los farmacovigilantes 

Dos documentos oficiales de la OWS publicados a mediados de septiembre indican que los vacunados, que se espera que sean la mayoría de la población de Estados Unidos, serían rastreados por 24 meses luego de recibir la primera dosis de la vacuna contra el Covid- 19 y esto lo realizaría un “sistema de farmacovigilancia”.

En el documento de la OWS titulado “From the Factory to the Frontlines”, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por su sigla en inglés) y el Departamento de Defensa (DOD, por su sigla en inglés) indicaron que, debido a que los candidatos a vacunas de Warp Speed  utilizan métodos de producción sin licencia que “han limitado los datos previos sobre seguridad en humanos, la seguridad a largo plazo de estas vacunas se evaluará cuidadosamente mediante la farmacovigilancia y ensayos clínicos de fase 4 (posteriores a la autorización)”. 

Y continua:

El objetivo principal de la farmacovigilancia es determinar el rendimiento de cada vacuna en escenarios de la vida real, estudiar la eficacia y descubrir cualquier efecto secundario extraño o poco frecuente no identificado en los ensayos clínicos. La OWS también utilizará análisis de farmacovigilancia que sirve como un instrumento para el monitoreo continuo de datos de este tipo. Se utilizarán sólidas herramientas analíticas para aprovechar una gran cantidad de información y los beneficios de su uso en toda la cadena de valor, incluidas las obligaciones regulatorias.

Además, Moncel Slaoui y el coordinador de la vacuna de la OWS, Matt Hepburn, anteriormente director de programa en la polémica Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa del Pentágono (DARPA, por su sigla en inglés), habían publicado anteriormente un artículo en la New England Journal of Medicine en el que se indica que “debido a que algunas tecnologías poseen información previa limitada sobre la seguridad en humanos, la seguridad a largo plazo de estas vacunas será evaluada cuidadosamente con el uso de  estrategias de farmacovigilancia”.

El uso de la farmacovigilancia en las personas que reciban la vacuna también se menciona en la “infografía” oficial de Warp Speed en la que se indica que el rastreo será hecho conjuntamente con la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades​ (CDC, por su sigla en inglés) e implicará “un seguimiento de 24 meses después del ensayo clínico para detectar efectos adversos”.

En una sección diferente del documento de la OWS, se describe “uno de sus cuatro principios clave” que es la “trazabilidad”, que tiene tres objetivos: Primero, “confirmar cuál de las vacunas aprobadas fue administrada, independiente de su ubicación (público/privada)”; segundo, enviar un “recordatorio para volver por la segunda dosis”; y tercero, “administrar la segunda dosis correcta”.

Al respecto de que la vacuna contra el Covid-19 requiera más de una dosis, en un documento de los CDC asociado con la Operación Warp Speed se indica: 

En la mayoría de las vacunas contra el Covid-19 se necesitarán dos dosis, separadas entre 21 o 28 días. Porque estas vacunas no son intercambiables entre sí, o sea que un vacunado con la primera dosis debe recibir la segunda del mismo fabricante. Los recordatorios de la segunda dosis para los vacunados serán esenciales para asegurar el cumplimiento con los intervalos de la dosificación de la vacuna y lograr una efectividad óptima.

En el documento de los CDC también se refiere a un documento publicado en agosto por el Centro para la Seguridad de la Salud, Johns Hopkins, asociado con las simulaciones del Evento 201 y de la operación Dark Winter, como información de la estrategia de vacunación contra el Covid-19. En el artículo de Johns Hopkins, que tiene al coorganizador de la operación Dark Winter, Thomas Inglesby, como uno de sus autores, se discute que los sistemas “de informe pasivo” existentes, gestionados por los CDC y la FDA deben ser reinstrumentados para crear “un sistema de vigilancia de seguridad activa dirigido por los CDC que monitoree a todos los vacunados [contra el Covid-19], tal vez con un sistema de mensaje corto o con algún otro mecanismo electrónico”.

A pesar de las afirmaciones que se hicieron en el documento que decían que en el “sistema de farmacovigilancia” se podría involucrar la FDA de una manera muy cercana, en septiembre se les prohibió a los principales funcionarios de la FDA asistir a las reuniones con la OWS y le dijeron a la prensa que no podían explicar la organización de la operación o cuándo o con qué frecuencia se reúne su jefatura. Sin embargo, estos funcionarios indicaron que “aún se les permite interactuar con empresas que desarrollan productos para la OWS”,  informó STAT news .

Además, aparentemente la FDA ha “montado un cortafuego entre la gran mayoría del personal y la iniciativa [Operación Warp Speed]” que pareciera que limita drásticamente el número de funcionarios de la FDA con cualquier conocimiento o participación en Warp Speed. La directora del Centro Evaluación e Investigación de Medicamentos de la FDA, Janet Woodcockes la única funcionaria de la FDA que tiene una participación directa en la OWS y parece estar gestionando personalmente dicho “cortafuego”.  Woodcock se describe así misma como una defensora desde hace mucho tiempo del uso de “big data” en la evaluación de la seguridad de medicamentos y vacunas desde hace mucho tiempo y ha estado estrechamente involucrada con los precursores de la FDA para el “próximo sistema de farmacovigilancia” de Warp Speed, conocidos como Centinela y PRISM, de los que se discutirá luego en este informe. 

Actualmente, Woodcock está con una licencia temporal de su función como directora del Centro de Evaluación e Investigación de Medicamentos, lo que le permite enfocar por completo su atención en supervisar aspectos de la Operación Warp Speed en nombre de la Oficina del Comisionado de la FDA. Patrizia Cavazzoni, su reemplazo temporal en la FDA, está “muy alineada con Janet y con la dirección que toma la agencia” según diversos medios de comunicación. Cavazzoni es una ex ejecutiva en Pfizer, una de las empresas que produce una vacuna para la OWS.  Esa vacuna está programada para comenzar a ser probada en niños desde los 12 de años de edad. 

La confidencialidad extrema de la Operación Warp Speed no solo ha afectado a la FDA, sino que también a los CDC, ya que Matt Hepbum, coordinador de la vacuna de la OWS, “bloqueó” a un panel de expertos de los CDC que normalmente está involucrado en el desarrollo de las estrategias de distribución de vacunas del gobierno. Hepbum se rehusó a responder muchas de las “preguntas puntuales” del panel sobre la muy confidencial operación.

Más contratos secretos

Si bien en los documentos de Moncef Slaoui y Warp Speed se proporcionan pocos detalles sobre lo que podría implicar este “sistema de rastreo”, Slaoui indicó en su reciente entrevista con el Wall Street Journal que los gigantes de la tecnología, Google y Oracle, habían sido contratados para “recolectar y rastrear datos de vacunas” como parte de este sistema.  Sin embargo, ni Google ni Oracle han anunciado la adjudicación de algún contrato vinculado con la Operación Warp Speed. De igual manera, el DOD y el HHS, aún no han anunciado la adjudicación de ningún contrato de Warp Speed ​​a Google u Oracle. Además, las búsquedas hechas en el Registro Federal y en el sitio web oficial de contratos adjudicados federalmente no arrojaron ningún resultado de alguno vinculado a Google o Oracle que se aplicaría a cualquier “sistema de farmacovigilancia” o cualquier otro aspecto de la Operación Warp Speed.  

Dado mi informe anterior sobre el uso de un intermediario no gubernamental para adjudicar contratos a empresas de vacunas, parece probable que los contratos de Warp Speed otorgados a Google y Oracle fueron hechos con un mecanismo similar.  En un informe para The Last American Vagabond del 6 de octubre del 2020, indiqué que $6 mil millones de dólares en contratos de Warp  Speed adjudicados a empresas de vacunas fueron hechos a través de Advance Technology International (ATI, por su sigla en inglés), un contratista del gobierno que trabaja principalmente con empresas de tecnología militar y de vigilancia, cuya casa matriz tiene fuertes vínculos con la CIA y la simulación de Dark Winter en el 2001.  El HHS, que se supone que supervisa la Operación Warp Speed, afirma que “no tiene registro” de alguno de esos contratos.  Sólo uno de los contratos para la  vacuna de Warp Speed, que no involucra a ATI y fue adjudicado directamente por la a Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado de la HHS fue obtenido recientemente por KEI Online. Sin embargo, las partes principales de este contrato, incluida la sección sobre los derechos de propiedad intelectual, fueron redactadas en su totalidad.

Si los contratos que Warp Speed les adjudicó a Google y Oracle son similares a los que les adjudicó a la mayoría de sus empresas de vacunas participantes, entonces tales contratos les otorgan a las empresas una supervisión federal reducida y exenciones de las leyes y regulaciones federales que se diseñaron para proteger los intereses de los contribuyentes en la realización del trabajo estipulado en el contrato. También las hace prácticamente inmunes a las solicitudes de la Ley por las Libertad de la Información (FOIA). Sin embargo, en contraste con los contratos no reconocidos de Google y Oracle, las empresas de vacunas han revelado públicamente que recibieron contratos de la OWS, pero sin términos ni detalles. Esto indica que los contratos de Google y Oracle son aún más secretos.

Algo que vale la pena señalar es el importante conflicto de intereses de Google al ser propietario de YouTube, una plataforma multimedia masiva que recientemente prohibió toda “desinformación” relacionada con las inquietudes sobre una futura vacuna Covid-19. Ahora que Google es oficialmente parte de la Operación Warp Speed, parece probable que cualquier inquietud sobre el extremo secretismo de la OWS y los conflictos de intereses de muchos de sus miembros, en particular Moncef Slaoui y Matt Hepburn, así como cualquier preocupación sobre la seguridad de la vacuna Warp Speed, su reparto y/o distribución se puede etiquetar como “desinformación sobre la vacuna Covid-19” y borrarse de YouTube.

De la NSA a la FDA: el nuevo PRISM

Aunque Warp Speed o las empresas tecnológicas que la operación ha contratado aún no han detallado completamente la naturaleza de este próximo sistema de vigilancia para los vacunados contra el Covid-19, los documentos de la OWS y la infraestructura existente en la FDA dan una pista de lo que podría implicar este sistema.

Por ejemplo, en el documento de Warp Speed llamado “From the Factory to the Frontlines” se señala que el nuevo sistema de farmacovigilancia será creado exclusivamente por la OWS que se “construirá a partir de la infraestructura de TI [tecnología de la información] existente” y llenará cualquier “brecha con las nuevas soluciones de TI”. Luego se indica que “el programa de vacunación Covid-19 requiere un mejoramiento significativo de la TI que respaldará las mejoras y el intercambio de datos que son fundamentales para que un candidato de dosis múltiples garantice la administración apropiada de una posible segunda dosis”. En el documento también se establece que todos los datos relacionados con la labor de distribución de vacunas de la OWS “se informarán en una estructura común de TI que respaldará el análisis y el informe”, y se agregó que esta “infraestructura apoyará a los socios con una gran variedad de herramientas para el mantenimiento de registros de datos sobre quien se va a vacunar y recordatorios para las segundas dosis”.

Aunque en algunos documentos de Warp Speed se dan indicios de los sistemas de TI existentes que servirán como base para este nuevo sistema de rastreo, posiblemente el candidato más probable es la Iniciativa Centinela administrada por la FDA, que se estableció en el 2009 durante la pandemia de gripe porcina H1N1. Al igual que la Operación Warp Speed, Centinela es una asociación público-privada e involucra a la FDA, empresas privadas y el mundo académico. 

Según el sitio web de Centinela, “su objetivo principal es mejorar la forma en que la FDA evalúa la seguridad y rendimiento de los productos médicos” a través de big data con un enfoque adicional en “aprender más sobre los posibles efectos secundarios”. En los informes de los medios se describe a Centinela como “un sistema de vigilancia electrónica que añade datos de registros, reclamos y expedientes médicos electrónicos que participan de forma voluntaria y permiten que la agencia rastree la seguridad de los medicamentos, productos biológicos y dispositivos médicos comercializados”.

Una de las principales defensoras de Centinela en la FDA es Janet Woodcock, quien ha trabajado intensamente para expandir el programa como directora del Centro de Evaluación e Investigación de Fármacos de la FDA, centrando el uso de Centinela en “estudios de efectividad postcomercialización”. Como se mencionó anteriormente, Woodcock es la única funcionaria de la FDA que figura entre los aproximadamente 90 “líderes” de la OWS, la mayoría de los cuales son parte del ejército de los EE. UU. y carecen de experiencia en la producción de vacunas o atención médica.

La sustituta temporal de Woodcock en la FDA, Patrizia Cavazzoni, también es muy activa en los esfuerzos por expandir Centinela. Stat news informó a principios de este año que Cavazzoni anteriormente “sirvió en el destacado comité de I-MEDS, una asociación entre la FDA y la industria que permite a los fabricantes de medicamentos pagar por el uso del sistema de datos del mundo real de la FDA conocido como Centinela para completar ciertos estudios de seguridad de forma más rápida”.

Centinela tiene una serie de “socios colaboradores” que brindan datos de atención médica y experiencia científica, técnica y organizativa” a la iniciativa. Estos colaboradores incluyen al contratista de inteligencia Booz Allen Hamilton, el gigante tecnológico IBM y las principales empresas de seguros de salud de los EE. UU. como Aetna y Blue Cross Blue Shield, entre muchos otros. Además, el Centro de Innovación de Centinela, que se describe como el “banco de pruebas del programa para identificar, desarrollar y evaluar métodos innovadores”, está asociado con Amazon, General Dynamics y Microsoft. Centinela también cuenta con un Centro de Extensión y Construcción Comunitaria, que lo administra Deloitte Consulting, una de las firmas consultoras más grandes del mundo que se conoce por tratar de llenar sus filas con ex funcionarios de la CIA.

El programa de vigilancia específico del sistema de Centinela destinado a monitorear la efectividad de la vacuna se conoce como el Programa de Monitoreo de Seguridad de Inmunización Rápida Post Licencia, más conocido como PRISM. Este programa fue “desarrollado para monitorear la seguridad de la vacuna, pero [hasta la fecha] nunca se ha utilizado para evaluar la efectividad de alguna”. PRISM se lanzó inicialmente junto con la propia Iniciativa Centinela en 2009 “en respuesta a la necesidad de monitorear la seguridad de la vacuna contra la influenza H1N1” después de que fue autorizada, comercializada y administrada. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, PRISM aún no se ha utilizado para evaluar la efectividad de ninguna vacuna mientras se estuvo expandiendo de forma silenciosa durante más de una década, lo que implica que las partes interesadas en la Iniciativa Centinela tienen un plan para implementar este “sistema de vigilancia de seguridad” en algún momento.

El nombre PRISM puede recordarle a los lectores el programa de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) que se hizo muy conocido en todo EE. UU. tras las revelaciones de Edward Snowden. Dada esta asociación, vale la pena señalar que la NSA, así como el DHS, ahora son oficialmente parte de la Operación Warp Speed y parecen estar desempeñando un papel en el desarrollo de “su sistema de farmacovigilancia”. Por supuesto, la incorporación de la NSA y el DHS a la iniciativa aumenta enormemente la participación de las agencias de inteligencia estadounidenses en la operación, que a su vez está “dominada” por los militares y carece de funcionarios civiles de salud pública.

A principios de septiembre, CyberScoop informó por primera vez que miembros de la Dirección de Ciberseguridad de la NSA participaron en la Operación Warp Speed, y su función, así como la del DHS se enmarca principalmente en ofrecer “asesoramiento de ciberseguridad” a la iniciativa. Sin embargo, la NSA y el DHS también ofrecen “orientación” y “servicios” tanto a las otras agencias federales involucradas en Warp Speed como a sus contratistas, que ahora incluyen a Google y Oracle.

Google es bien conocido por su entrañable relación con la NSA, incluido su programa PRISM, y también han respaldado la legislación apoyada por la agencia que facilitaría la vigilancia de los estadounidenses sin una orden judicial. De manera similar, Oracle es un contratista de la NSA desde hace mucho tiempo y también tiene vínculos con la CIA que se remontan a sus primeros días como empresa, al igual que Google. En particular, Oracle y Google siguen enfrascados en una importante batalla legal sobre cuestiones de derechos de autor que será escuchada por la Corte Suprema en las próximas semanas y se espera que tenga importantes efectos en la industria tecnológica.

El panóptico de la salud pública 

A raíz de los ataques del 11 de septiembre, el ejército estadounidense intentó establecer un programa de vigilancia tan invasivo que el Congreso le retiró los fondos sólo meses después de su creación debido a la indignación pública. Conocido como “Total Information Awareness” (TIA), el programa buscaba desarrollar un aparato de vigilancia que lo viera todo administrado por la DARPA del Pentágono y argumentó de manera oficial que la vigilancia invasiva de toda la población estadounidense era necesaria para prevenir ataques terroristas, eventos de bioterrorismo e incluso brotes de enfermedades que ocurren naturalmente antes de que pudieran producirse.

Antes de su disolución, TIA intentó recopilar los registros médicos de los estadounidenses; huellas dactilares; datos biométricos de la forma de caminar, del rostro y del iris; prescripciones de medicamentos; e incluso ADN, además de los hábitos financieros, de viajes y de consumo de medios. TIA, al igual que la Operación Warp Speed, era una “asociación público-privada” administrada por el DOD y se asoció con la NSA, la CIA y otras agencias de inteligencia, así como la academia y el sector privado.

También, al igual que Warp Speed, TIA justificó de forma oficial sus objetivos de vigilancia invasiva al afirmar que sus iniciativas rescatarían a los estadounidenses del “enemigo invisible” de los terroristas sin rostro en el extranjero y garantizarían la protección, seguridad y salud de los ciudadanos. Actualmente, Warp Speed apunta oficialmente a un nuevo tipo de “enemigo invisible”: un microbio que no se puede ver a simple vista.

En los años posteriores al 11 de septiembre, el rechazo público contra TIA fue feroz. La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU,por su nsigla en inglés) afirmó en ese momento que las labores de vigilancia “matarían la privacidad en Estados Unidos” porque “todos los aspectos de nuestras vidas serían catalogados”, mientras que los principales medios de comunicación advirtieron que TIA estaba “luchando contra el terrorismo aterrorizando a los ciudadanos estadounidenses”. A pesar de que el Congreso le retiró los fondos oficialmente al programa, más tarde se supo que TIA nunca se cerró realmente, ya que sus diversos programas se dividieron de manera encubierta entre la red de agencias militares y de inteligencia que componen el estado de seguridad nacional de EE. UU.

A diferencia de años anteriores, la aparente sucesora de TIA, la Operación Warp Speed, no ha recibido el rechazo de los principales medios de comunicación o de las organizaciones de defensoría, de hecho, muchas de estas mismas entidades ahora confían plenamente en la iniciativa secreta y la enaltecen como la “única manera” de resolver la crisis pandémica de Covid-19.

El estado de seguridad nacional ha aprendido y estudiado cuidadosamente sus fallos del pasado, mientras que muchos estadounidenses, por el contrario, continúan depositando su confianza en las misma agencias y entidades gubernamentales que han mentido al país en múltiples guerras, torturado y mutilado a innumerables civiles en el extranjero, producido una serie de estados fallidos con el fin de robar sus recursos, y actualmente están facilitando el saqueo de la economía estadounidense por parte de Wall Street y la Reserva Federal bajo el disfraz de “ayuda”.

Permitir que estas mismas entidades vigilen y rastreen a la mayoría de los estadounidenses y utilicen a la población del país como conejillos de india para tecnologías de vacunas experimentales poco estudiadas y sin licencia es una clara receta para el desastre. Al mismo tiempo, también permitiría un panóptico de vigilancia tan distópico y de gran alcance que los estadounidenses podrían perder no solo las pocas libertades civiles que les quedan, sino incluso la soberanía sobre sus propios cuerpos.

La agenda de vigilancia total que comenzó con TIA y que ha resucitado a través de Warp Speed precedió al Covid-19 por décadas. Sus arquitectos y partidarios han trabajado para justificar estos programas de vigilancia extrema e invasiva al promocionar esta agenda como la “solución” a lo que sea que los estadounidenses más teman en un momento dado. Está muy poco relacionado con la “salud pública” y totalmente relacionado con el control total.

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